El miércoles a las 8.30 de la mañana, Aníbal Navajas vivió dos momentos de extrema tensión en el vacunatorio que tiene con su padre Héctor en San Juan al 800: cuando le pusieron una pistola en la cabeza y cuando vio a su papá forcejeando con un hombre armado.

“Estábamos solos. Entraron dos jóvenes de 20 a 25 años preguntando por la vacuna de la gripe. Mi papá les dijo que se sentaran un minuto, que ya los atendía. Cuando se dio vuelta, sintió un culatazo en la cabeza. Ahí entró un tercero al vacunatorio. Dos de ellos subieron corriendo hasta la oficina, donde estaba yo, y uno de ellos me puso una pistola en la cabeza. ‘Quedate quieto o te meto un tiro’, me dijo. Me pedía plata. El 95% de las vacunas que colocamos nosotros son por obras sociales, no manejamos dinero”, explicó Aníbal Navajas.

Mientras lo apuntaban, el hombre sacó un manojo de llaves y les dijo adónde podían encontrar algo de dinero. Uno de los asaltantes las tomó, pero no llegó hasta donde estaba la plata. Es que en ese momento, se escuchó un disparo.

“Cuando salió el tiro, pensé que habían herido a mi papá. Me asomé y lo vi forcejeando en el piso con el que se había quedado abajo. Por suerte el balazo dio en la pared. En ese momento los dos delincuentes que estaban conmigo bajaron y yo le grité a mi padre que ya venía la Policía. Eso los asustó”, agregó la víctima.

Los tres asaltantes salieron corriendo por la calle Junín. Sólo pudieron llevarse un celular y el manojo de llaves.

“Siempre había un policía en la esquina hasta hace dos meses. Ya no está más y desde ese momento robaron una casa, un local y a nosotros. Ahora vamos a poner cámaras de seguridad y botones antipánico”, concluyó.